
JULIO OBESO, Gijón 2015.

La confianza ha de ser el principio de algo. El miedo destruye lo de antes y el margen que le dejamos al futuro. La perspectiva siempre está en el otro. Confianza y perspectiva: el otro. ¿Sin miedo? La experiencia de su mirada sobre mí. “Échate encima, sígueme con el mentón, más, es más como si te sorprendieras” Pero tú, te sabes. Conoces la materia del espejo, las muecas de los ascensores. El no tener un lugar propio, tampoco ayuda. El objetivo de la cámara cumple con el desahucio, clic, tras clic. ¿Eres tú? El desconcierto forma parte del resultado. Pero todo es un juego. Dejarte caer de espaldas para que la luz, en el último momento (el otro decide cuándo), sujete el peso. ¡Clic-clic!
“Ésta, desde aquí: construir” ¿La de los capilares circunflejos? ¿No la de la mirada poéticamente perdida, no aquella de la mueca, mohín favorecedor? Perspectiva, confianza, sin miedo… ¡Clic, clic! Ya no soy, me tiene. Labor de domingo con la vida por ahí aparcada. Cinta métrica sobre la frente: ¡tris-tras: esta sombra la pago yo! Esencia jíbara del claroscuro, capa y capa. Esa creatura soy. Él me conoce así. Nos presenta: es Julio. Solo me queda abrazar, asentir y pensar que su cara me suena, que, sin duda, alguna vez nos cruzamos por ahí.
Gracias David.